Que no Volverte a ver, es la segunda parte de la novela Ojalá fuera cierto, de Marc Levy.
Cuando acabé Ojalá fuera cierto tenía ganas de más, pero como tenía aún pendientes Twelve Red Herrings (aún me quedan tres historias) y Festín de cuervos (sí, por fin lo terminé, ahora no se como voy a escribir los posts sobre los cuatro libros cuyas historias andan confundidas en mi mente), pues lo fui dejando.
Pero nada, el domingo me sentía nostálgica y romanticona, me quedé sola en casa y Tríada no estaba disponible para nuestro visionado dominguero de Merlin, decidí que había llegado el momento.
El principio de la historia nos sorprende con que ha pasado bastante tiempo (¿4 años?) desde que Arthur dejó el lado de la cama de hospital de Lauren. En ese tiempo, él se ha dedicado a trabajar en el extranjero, pero no ha podido olvidarla. Lauren fue y será el amor de su vida.
Ha su vuelta a San Francisco, a una nueva casa en la que no encuentra la presencia de Lauren, es imposible pensar que, viviendo a tan solo unos bloques de ella no vayan a encontrarse nunca.
Pasamos una parte del libro viendolos caminar por los mismos lugares de la ciudad, aunque en momentos diferentes. Estamos todo el tiempo deseando que se encuentren, y saber que sentirá Lauren cuando le vea, si será capaz de recordar.
A partir de aquí, spoilers a tutiplen.
El libro da un vuelco y la situación en la que se encuentran es algo diferente a lo esperado. Arthur tiene un accidente y lo llevan a Urgencias y, ¿quien iba a atenderlo sino Lauren? Obviamente, a Arthur se le desvoca el corazón sólo con verla, pero no dice nada.
Cuando vuelve a casa algo no funciona bien y tiene un derrame. Esta vez la ambulancia le lleva a otro hospital, pero el médico de Urgencias no quiere aceptar la gravedad de su estado y casi le deja morir. Excepto porque Paul llama al hospital de Lauren preguntando por ella. Ella intenta no darle importancia al asunto, pero siente la necesidad de hacer algo, así que se presenta en el otro hospital. Al ver la gravedad del caso, secuestra el cuerpo de Arthur para llevarlo a su hospital y practicarle la cirugía que necesita.
Dado el secuestro, la policía interviene, por lo que Lauren acaba encontrandose también con el viejo policía que devolvió su cuerpo al hospital, aunque ella no lo sabe.
Lauren se siente cada vez más unida a Arthur, sin saber bien porqué. Y el detalle viene cuando Arthur cae en coma después de la operación y, tal como ocurriera con ella, sale de su cuerpo para ir a buscarla y pasan una velada fantástica. Aunque Arthur acaba saliendo corriendo porque vuelven a llevar su cuerpo al quirófano.
Lauren no entiende nada y trata de averiguar que está pasando. Finalmente, es el policía que tan de cerca vivió su historia quien se lo cuenta todo, excepto que Arthur lo hizo por amor. Lauren es capaz de perdonar a su madre y a su médico y se va a la casa de Carmel, para tratar de revivir lo que pasó allí.
En la casa encuentra una carta de Arthur escribió pero nunca envió, en la que le explica todo, y le dice cuanto la ama. Cuando Arthur llega a la casa, encuentra a Lauren y por fin pueden ser felices juntos.
Este libro me ha gustado más que el anterior. Supongo que por el ansia de verlos pasar por las mismas calles sin encontrarse, de esperar la reacción de Arthur, de temer que fuera demasiado tarde para ellos... Es una buena novela para una tarde de domingo romanticona.
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