miércoles, 8 de diciembre de 2010

¡Centraos en la política, no en wikileaks!

Esto no es un topic común en este blog (y debo un post del último libro que he leído) pero acabo de leer un artículo de Ron Paul congresista repúblicano (sí, increible) y creo que merece ser reproducido. Así que voy a traducirlo aquí al castellano.

Puede que nunca conozcamos la historia completa de las filtraciones de documentos sensibles de los EEUU por parte de Wikileaks, pero podemos extraer conclusiones importantes sobre la reacción de gran parte del gobierno y los medios. 

En esencia, la controversia Wikileaks sirve como una distracción sobre verdadera cuestión de lo que nuestra política exterior debería ser. Pero los medios de comunicación, junto con los neoconservadores de ambos partidos políticos, insisten en hacer la pregunta equivocada. No se han cuestionado las revelaciones vergonzosas sobre el espionaje y la intromisión de EE.UU. en política exterior. En cambio, los medios de comunicación se centran en cómo se ha filtrado esta información, o cómo las autoridades pueden perseguir a los editores de dicha información.

Nadie cuestiona el status quo o sugiere que nuestra política exterior deba replantearse. Nadie sugiere que la Casa Blanca o el Departamento de Estado deba avergonzarse porque EE.UU se dedique a espiar y entrometerse. Lo que avergüenza es que se ha hecho público. Esto permite que la gente común saber la verdad y hablar de lo que hace el gobierno. Pero el secreto de Estado es un anatema para una sociedad libre. ¿Por qué exactamente los estadounidenses no deberían saber lo que su gobierno está haciendo en su nombre?

En una sociedad libre, se supone que tenemos que saber la verdad. En una sociedad en la que la verdad se convierte en traición, en cambio, estamos en problemas. La verdad es que nuestra política exterior de espionaje, injerencia y la intervención militar directa en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial nos ha hecho menos seguros, no más. Y hemos perdido muchas vidas y billones de dólares por ello. Con demasiada frecuencia las mentiras "oficiales" del gobierno han presentado la justificación de guerras interminables, ilegales y de los cientos de miles de muertes y heridos resultantes.

Tomemos como ejemplo las recientes hostilidades en Corea. Más de 50 años después del fin de la guerra de Corea, los contribuyentes estadounidenses siguen gastando miles de millones de dólares para que los militares estadounidenses defiendan una moderna y rica Corea del Sur. La presencia continua de los militares de EE.UU. pone la vida de los estadounidenses entre las dos facciones. La presencia de EE.UU. sólo sirve para prolongar el conflicto, vaciar nuestros bolsillos, y colocar a nuestras fuerzas armadas en situación de riesgo.

El espíritu neoconservador, inmerso en la enseñanza de Leo Strauss, no puede soportar un país donde las personas simplemente persigan una felicidad pacífica y próspera. No puede soportar una América donde la sociedad se centre en torno a la familia, la religión, o las instituciones cívicas y sociales en lugar sobre el todo poderoso Estado central. Siempre hay un enemigo que matar, ya sea comunista o terrorista. En la visión neoconservadora, un constante estado de alarma se debe fomentar entre la gente para mantenerlos enfocados en algo más grande que ellos mismos - es decir, su gran protector, el Estado. Esta es la razón por la reacción neoconservadora a las revelaciones Wikileaks es tan predecible: "Mirad, os advertimos que el mundo era un lugar peligroso". Afirman que de debe perseguir (o incluso asesinar) a los responsables de la publicación de las filtraciones. Y tenemos que redoblar nuestros esfuerzos en mejorar la política de espionaje y la intromisión, sin más filtraciones.


Deberías ver la controversia de Wikileaks en un contexto más amplio que el de la política exterior de EE.UU. En lugar de preocuparse por la divulgación de los secretos vergonzosos, debemos centrarnos en nuestra política exterior delirante. Nos estamos engañando si creemos que el espionaje, la intriga, y la intervención militar directa puede mantener nuestro estatus internacional como una super potencia, mientras que nuestra economía nacional se derrumba en una orgía de deuda y la devaluación monetaria.

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